9 Pero él me dijo: «Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra
perfecta en la flaqueza». Por tanto, con sumo gusto seguiré
gloriándome
sobre todo en mis flaquezas, para que habite en mí la fuerza de Cristo.
10 Por eso me complazco en mis flaquezas, en las injurias, en las
necesidades, en las persecuciones y las angustias sufridas por Cristo; pues,
cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte.
11 ¡Vedme aquí hecho un loco! Vosotros me habéis obligado. Pues
vosotros debíais recomendarme, porque en nada he sido inferior a esos